Acostumbrados a la banalidad/venalidad de nuestros políticos del occidente, que se auto promocionan y ofrecen como únicos posibles en eso del juego democrático, -nosotros o la dictadura o el kaos, dicen-, a sus derroches, corrupciones y rapiñas, a sus desvergüenzas, a los privilegios e inmoralidad de estos mangantes que hacen aborrecer la política a cualquier ciudadano hijo de vecino, en su suma, nos sorprende cuando aparece un tipo diferente, que vive en el ejemplo la prédica de su discurso. Es el caso de Pepe Mujica, presidente de Uruguay, un tipo campechano, diferente del aberrante arquetipo anterior, que mantiene un modelo de vida y de pensamiento tan lejos del consumismo y del enriqueceros como cerca del ejemplo personal y del sentido común.
Para no hacer esto largo, y verlo en su propio lenguaje, ahí va una de sus intervenciones. (En Brasil)
Y al hilo del discurso, unas reflexiones de andar por casa.
Últimos estudios de la famosa NASA, basándose en complejos modelos matemáticos, pronostican el posible colapso de la civilización humana para dentro de pocas décadas. Las causas son la insostenible sobre explotación humana de los recursos del planeta y la cada vez mayor desigualdad social existente entre ricos y pobres. El capitalismo es, a día de hoy, una de las mayores amenazas que se ciernen sobre la continuidad de la cultura humana en el planeta. Nos han educado desde la primaria en eso de asociar el poder adquisitivo con la capacidad de alcanzar una vida feliz. Se dice en el discurso oficial del sistema trabaja-consume-trabaja que nuestro nivel de renta determina la felicidad que podemos llegar a alcanzar en nuestra vida; el dinero da la felicidad, es el axioma. Seguro! Este «principio» de actuación humana, ya desde tiempos de Adam Smith, es la mayor herramienta moral que posee el capitalismo en la actualidad y desde hace 300 años. Pero más allá de la superchería del canto de sirena, en la realidad el invento es insostenible, ya que promociona una sociedad global de poseedores y desposeídos en la que el sobre-consumo innecesario de unos pocos se produce a costa de las carencias vitales de la mayoría. Se crean sociedades en las que tienden a crecer las desigualdades sociales, tanto a escala planetaria como a nivel de países como dentro de un mismo país. Aparecen las clases de los que tienen y los que no tienen y nunca podrá tener por la aberrante estratificación social, siempre negada por el sistema, a pesar de la evidencia de ricos y pobres desde hace varios siglos, pero hoy ya demostrada en diversos estudios de psicólogos y sociólogos. En los estados y sobre los estados, surgen unas élites muy ricas y unas masas muy pobres y eso ya va para rato.
Pero es que, además, ahora los psicólogos avisan de la falsedad del axioma y aparecen estudios que demuestran que el dinero no da la felicidad. Demuestran que la correlación entre los ingresos y la satisfacción con la vida sólo se mantiene en etapas tempranas, cuando el dinero es usado para cubrir las necesidades básicas; vivienda, sanidad, alimentación… A partir de este punto se llega a la fase de la “comodidad”, cuando el sistema manipula y prostituye nuestra capacidad de reflexión; cuando en nuestro cerebro sustituye el concepto de «necesidad» por el de «deseo». Es el modelo del consumo inducido, con su correlativo de esclavitud y del mayor trabajo para conseguir los bienes superfluos; donde más dinero no significa necesariamente más felicidad, en el que una vez alcanzada esta situación, seguir buscando el aumento de la renta para el consumo nos aleja de otros aspectos de la vida esenciales para la felicidad, como las relaciones sociales o el buen uso del tiempo, del ludismo, del placer de ejercer de seres vivos, en definitiva. El capitalismo pues parece ser enemigo declarado de la felicidad humana.
Y si lo es de la felicidad humana, qué decir de la «felicidad» del planeta como hogar global de la humanidad. El crecimiento indefinido que el capitalismo defiende es mentira piadosa para niños, para consumidores atomizadas en el sofá y la tarjeta de crédito, ya que la constante demanda de materiales y energía que conlleva el modelo de sobre explotación de los recursos naturales no puede mantenerse de forma indefinida en el tiempo sin chocar con los límites bofísicos del planeta como lugar único y finito. Por lo tanto, también desde este punto de vista el invento nos lleva al desastre. Uf!!*
*(A la brillante Pura María García, coautora en debates sobre modelos de felicidad con el sociólogo del fin del todo y de la nada LHV)
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Gracias por «asociarme» a un artículo tan brillante, aunque lo que de verdad es de agradecer es que mantengas en tu blogg la idea y la reflexión, con humor e ironia a veces y con originalidad siempre. Tiene mucho valor que el vínculo entre lo que escribes, sientes y haces sea esa coherencia tuya, contagiosa y presente.
salud!