Joanmarti Blog's, impresiones e ideas

Amigo Pablo.

He leído en kaos en la red el artículo de un periodista llamado Edmundo al que contestas, tu réplica  y la contraréplica del articulista y, desde luego, que poco y menos bello diré yo que Maité Campillo ha dicho, al igual que otros muchos escandalizados por tu esperpento, pero aun así no me privo de dirigirte unas letras.

Confieso que, aunque te vi en un concierto con Victor Manuel aquí en España hace un montón de años, musicalmente no me dices mucho y apenas he tarareado alguna vez Yolanda, pero como persona sí te tenía un gran afecto y admiración intelectual. Sin embargo al leer tu colección de insultos, más que argumentos, y esa retahíla de reproche físico por todo argumento que dedicas al referido Edmundo (1. Pelo ralo2. Baja estatura y canijo3. Cara pálida4. Barba por parroquia. Manos blandas, húmedas y frías6. Mirar huido7. Voz atiplada8. Pijo flácido y doméstico9. Avaricia), me has decepcionado tristemente. Porque insultar y burlarse del físico de una persona por todo argumento denota una miseria intelectual impropia de ti, de tu personalidad, de tus canciones,  por mucho que lo disfraces invocando la gracieta de la literatura del viejo literato franquista que bebía agua por el culo.

Por lo demás, te apunto unas inexactitudes: Serrat nunca ha sido considerado en España un cantautor comprometido, ni mucho menos revolucionario; no basta con negarse a cantar el “la, la, la” en castellano. Victor Manuel desde hace años funge como uno de los caciques y vividores de la corrupta SGAE y del canon digital, y su reciente pasado, al igual que el de Ana Belén, no le reflejan como revolucionario que digamos; apenas les queda a ambos la invocación histórica de que hace varios lustros fueron militantes del PCE, contribuyendo luego a hundirlo y transitando con el mantel y las cucharas de plata a la casa del PSOE. De Sabina poco que decir; tan buen numerero como gran letrista (aunque yo personalmente prefiero al Lichis de aquí a Lima) y escribidor de sonetos, misógeno y ególatra hasta el paroxismo, y su célebre exilio en Londres lo fue para evitar hacer la mili (otros la hicimos durante el mismo franquismo y otros se declararon objetores o insumisos sin tanta alharaca). Si hablamos de artistas comprometidos en España es sabido que tendríamos que referirnos a Llach, Pi de la Serra, Luis Pastor, Elisa Serna y otros cuantos que seguramente me dejo, pero no a los que tú dices, porque esos que invocas –con alguno de los cuales te has juntado en los últimos años para poder llenar los recintos- tienen en común el cubrirse con el manto de la izquierda nostálgica y romántica para embolsarse un euro cada instante que suspiramos con sus canciones y poco más; ahí comienza y acaba su compromiso revolucionario. (Y en eso consiste vuestro negocio, querido Pablo, como bien sabes; en vender-cobrar cds a cambio de pulsiones emotivas).

Es el caso que ni ellos ni tú representáis el modelo de cubano o español medio y más bien navegáis en la fama, el glamour y el dispendio de numerario, con casas, coches y todas esas cosas que os apartan de los que viven escaseces. Por ello tu charla, etérea y subjetiva, como puede leerse, deviene falsaria y sonrojante, porque el hecho de ser artista no te sube por encima del bien y del mal como gurú que crea doctrina. Dejémoslo en que eres un simple músico al que han ido bien los negocios.

Por cierto, que ni a tus colegas ni a ti, amantes de las libertades y los derechos humanos, se os ha visto criticando los palos de la policía nacional a los indignados y a cualquier colectivo que disienta del sistema en Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, ni tampoco se os ve criticar a los políticos corruptos. Sólo dais lanzadas al muerto clamando contra el estado cubano, contra Hussein, Gadafi, Milosevic, etc., apostando a caballo ganador y legitimando de paso la miseria moral y genocida de la OTAN y todos esos que quiebran vidas (50000 ya en Libia) y desmembran cuerpos. Triste Pablo, triste.

Del mismo modo, hoy día con internet, youtube, etc., para un lector informado llama a la risa tus «comparaciones» y denuncias de los sátrapas de Libia, Siria, etc. y tu análisis de la realidad cubana (damas de blanco y cosas así). Hasta para ti, reputado artista e intelectual, que se dice, resulta difícil vender esas historias, Pablo, porque cada día vemos con la exquisitez que trata la policía cubana a ese pequeño grupo de señoras y las protegen de las «hordas» que tú dices (acaso las “hordas” no sean cubanos que tienen derecho a expresar su rechazo a quienes consideran vende patrias) y, mutatis mutandis, como lo hace la policía española con los laicos, indignados, ocupas, vascos, etc. Imágenes, Pablo, que valen más que mil palabras y que hacen de tu discurso sobre derechos humanos y libertades una pura caricatura cómica que me produce sonrojo y vergüenza ajena de verte tan degradado en la moral y honestidad intelectual que siempre te supuse.

He estado en Cuba en varias ocasiones y comprobado que en la isla hay gente por la derecha y por la izquierda del sistema. Siempre intuí que estabas en el primer grupo y, (aunque yo en el segundo), respetaba tu postura y hasta tu valor al exponerla, pero esta vez creo que andas fuera de rol por pura mala conciencia o confusión de afectos y lealtades. Dicen por ahí que no hay nada peor que los judíos conversos. Si el “hombre nuevo” del Che que alguna vez pudo haber en ti se ha muerto o se ha cansado, creo que tienes todo el derecho a cambiar de mercado dicográfico para hacerte con el de Miami, como también a cambiar de bando y hasta a dejarte querer por la contrarevolución de la Florida que quiere regresar tu país al pasado de hace 50 años, tienes derecho a oír los cantos de sirena y a renegar de la estrategia de Ulises, pero no te avergüences por ello ni insultes a nadie para justificarte, que no es necesario, Pablo, que no es necesario.. (1961)

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