Afirma el relator especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación que un pequeño número de familias en el mundo se queda con toda la producción de alimentos y la despilfarra, en tanto la inmensa mayoría de la población, principalmente en África, Asia y América Latina, carece de lo indispensable, muriendo de hambre y de enfermedades perfectamente curables en el primer mundo. Mil 20 millones de personas, una sexta parte de la población mundial, padecen hambre crónica. Y lo sorprendente es que ni produciendo más alimentos se consigue erradicar el hambre o paliarla en proporción a dicho aumento. Aún más, los precios internacionales de los cereales en 2008 fueron los más altos en 30 años según la FAO, y la especulación mundial del mercado y los precios permitió amasar fortunas fabulosas a empresas de grano y otros productos básicos.
Son empresas que, para mantener la elasticidad de la demanda (precio=oferta/demanda), llegan a arrojar la producción al mar antes que suministrarla a los humanos a precios bajos, usando la vieja técnica de monopolizar el producto para luego vender caro, una de las ideas centrales de la especulación.
Y todo esto sucede mientras las “gentes de bien” del primer mundo miramos para otro lado, ayudada nuestra conciencia por los medios de comunicación que esconden esta realidad objetiva mientras nos muestran tetas, bucles, glamour y bronceados de famos@s, cosa lógica en medios-negocio donde el producto es la desinformación al servicio de los intereses de sus propietarios.
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Es la gigantesca farsa de una sociedad absurda, criminal e inmoral que, a pesar de miles de años de “civilización”, asesina por omisión a sus semejantes y se consuela pensando simplemente “no soy yo”. Bastaría una mísera parte de los presupuestos nacionales –la que se dedica a fabricar bombas y máquinas de matar personas, por ejemplo- para acabar con la hambruna universal y vivir en un mundo más feliz donde pudiéramos mirarnos la conciencia sin avergonzarnos de ser humanos.
Y el caso es que, más allá de sermones y moralinas, la solución simple sería gestionar socialmente el presupuesto público; el que los ciudadanos, en vez del acto aburrido de votar cada 4 años para legitimar los desmanes y sueldos de políticos corruptos e ineptos, pudiéramos decidir democráticamente el uso de los fondos del presupuesto hasta el último céntimo; el cuánto pagamos a los politicastros y vividores, o a las fábricas de armas, y el cuánto destinamos a evitar la muerte y el sufrimiento de nuestros semejantes. Eso sí sería una auténtica “revolución democrática”, sería el control social del dinero en una sociedad donde él lo es todo y sólo unos pocos lo manejan.. (1830)
Cuando descubrí este blog, por pura casualidad, el pasado mes de agosto, lo leí casi entero y me lo guardé en marcadores. No me arrepiento de haberlo hecho. Este nuevo artículo, a pesar de su obviedad, es necesario. El problema de la mala conciencia del primer mundo es que, para paliarla, podemos llegar a ser, la gente común, peligrosos de verdad. Pero tú denuncias, no miras para otro lado, y lo repito, eres necesario, tío.
Un país que, saliéndose del rebaño, cambiara sus leyes para hacer algo parecido a lo que tú sugieres, una democracia real y no ficticia, sería tildado rápidamente de dictadura terrorista, eso como poco, sería bloqueado, rodeado de bases militares, e incluso invadido con cualquier excusa para restaurar el orden, su orden, ese que necesita que mil millones pasen hambre para que el resto traguemos con ruedas de molino.
pues me dio mucha tristesa ver realmente lo que es la hambruna desde ese punto de vista boy a tener mas conciencia sobre la hambruna y muchas gracias por el video por que realmente nos muestran como es eso
Realmente ese video deberia darse en todos los colegios primarios y secundarios para que los niños que tienen la suerte, de educarse y COMER, tomen conciencia para que nos las refresquen a todos los adultos y crezcan con otra conciencia. LA RIQUEZA NO SE LLEVA A LA TUMBA.