La Vanguardia | – hace 2 minutos |
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Ya hace tiempo puse un post sobre Isabel Carrasco, mujer definida por sus amigos y enemigos como «animal» político en locución al uso plagada de admiración en el sistema de glamour y empleo público que les da de comer a todos ellos.
En vida era tenida por mal ejemplo de polític@; véase el curriculum de 13 empleos (con sus correspondientes sueldos, kilometrajes y dietas, obviamente, que no era cosa de caridad ni de abnegado sacrificio), presunta corrupta, chulería y carácter desabrido con frases hirientes para todos, contaban las crónicas del papel impreso de liar bocadillos.
Ahora la han finado, presuntamente, militant@s de su propio partido, según parece por mor de sus tropelías de administradora pública déspota, en pura vendetta personal de madre e hija del mismo partido que ella; hay que joderse, reuniones de célula, congresos y convivencia militante para ésto!!. Así que, entre militantes del PP, entre sus entresijos y enchufismos, se ha desarrollado la acción, y vaya acción.
Así es la vida. Obviamente no me alegro, por muy así y ahorradora que fuera, ya que, si bien con los defectos que dicen, al fin y al cabo era un ser humano y, como dice William Munny el cuidador de cerdos, antaño borracho y pistolero en Sin perdón, nadie merece morir, pues «Matar a un hombre es algo muy duro, le quitas todo lo que tiene, y todo lo que podría tener…»
Lo que me causa vergüenza ajena es el espectáculo entre la clase política y el propio lenguaje periodístico, porque ahora todo son condolencias y parabienes, suspensión de mítines (como si a alguien le importaran), declaraciones y más declaraciones, y bla bla sobre asesinas presuntas y hasta presuntas detenidas (??, lo juro que lo vi ayer en una tele). Lenguaje banal y trillado y loas a la malograda y constatada difunta, hasta ayer presunta corrupta, que ilustra sobre la idiotez perversa de los idiotas del sistema, valga la rebuznancia…
Una perfomance de soberana hipocresía nacional producida en pleno espectáculo de campaña electoral europea, donde los mismos que la llevaron al juzgado y denunciaron por sátrapa, déspota y corrupta, ahora lamentan el óbito y el crimen execrable, seguramente convencidos por el mensaje de William Munny, ya digo. Pues eso, vergüenza ajena…
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