Vergüenza ajena; la juez Alaya y los sindicalistas solidarios de los EREs..

Vergüenza ajena; la juez Alaya y los sindicalistas solidarios de los EREs..

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Ya es lamentable y mala pata que le puedan confundir a uno con la derechona de los falsimedios patrios, con los ABC, la RAZÓN, LIBERTAD DIGITAL, el Jiménez No se Cuántos y toda esa basca de descerebrados del fascio nacional. Es una putada, ya digo, pero lo cierto es que el pic nic montado por los sindicalistas ante la juez Alaya en Sevilla nos lo pone difícil. Resulta que estos prohombres de la justicia social por todo argumento en defensa de su ideario se «solidarizan» con sus jefes, con sus robos y latrocinios, y le sueltan a la juez un «Fea, hortera, pepera»; sesudos argumentos que seguramente pretenden de la cultura de la izquierda, provocándonos vergüenza ajena. Insultos y descalificación indecente a una profesional, funcionaria modélica según unos, que está cumpliendo simplemente con su trabajo, mal que les pese a los ladrones de los ERES o a sus cómplices y conmilitones. Habrá que recordar que el dinero de los ERES era dinero social, con destino a los trabajadores y que de él se han apoderado estas élites de la clase obrera para sí y para su hacienda privada con total desparpajo. «Liberdad, libertad, libertad sindical!», aullaban los forofos sindicales..

Flaco favor el de estos miserables a la clase obrera y al sindicalismo de base, si ahora mediáticamente se da en asimilar a todo el sindicalismo con los ladrones de los ERES de Sevilla.

Ya desde la transición, cuando andaba yo por G.S., siempre tuve (tuvimos) clara la idea/función social y política de los sindicatos como invento creado por la socialdemocracia alemana tras la segunda guerra mundial para domesticar los movimientos asamblearios y las huelgas salvajes. En España afloraron en la transcición con el romanticismo de la persecución política y la honestidad de algunos líderes (Marcelino Camacho y otros) para devenir con el tiempo instrumentos esencialmente pactistas/pancistas, coautores o cómplices de reformas laborales infumables, un suponer, de los célebres Pactos de la Moncloa, bendiciendo una normativa laboral cada vez más agresiva con los trabajadores que venía a hacer buena incluso la legislación laboral franquista,  vivir para ver!, hay que joderse!. Se convirtieron en los aliados más queridos del sistema, en capataces de cuadrilla o pastores del ganado (los trabajadores), pasando a ser instituciones fundamentales del estado, obviamente subvencionadas e integradas por ganapanes, funcionarios sindicales de grancilocuente lenguje del lugar común; que si la patronal, que si los derechos de los trabajadores, etc., con el común denominador de haber jurado a dios no volver jamás al tajo o a la fábrica. Poco queda de los honestos sindicalistas de las empresas que hicieron de la militancia social su razón vital, de los cuadros medios del activismo, de la reivindicación social. Los sindicatos ahora son simples «empresas sindicales», de servicios, de seguros, de iguala con el abogado, organizadoras de viajes, gestionadas por burócratas del tres al cuarto, patronos de sus empleados,  a los que hacen contratos basura, ERES y todo eso.

Y si acaso faltaba algo para hundir definitivamente su prestigio social, ahora se aplican en la cosa mediante esta defensa tan inaudita como fervorosa de sus dirigentes ladrones, como fieros guerreros genízaros, en una solidaridad indecente del hoy por ti mañana por mi para salvar el pan nuestro de cada día. Menuda mierda..

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joanmarti
Escriito por joanmarti

Abogado de profesión; juntaletras revoltoso de afición y aflicción, diletante del pensamiento embebido en la relatividad y la cuántica... No hay más.

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