Día a día se complica el caso de la Infanta Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y de Grecia, DNI núm. 14. Algún consejero audaz de la Casa Real ha propuesto como última solución desesperada invocar la paradoja del Gato de Schrödinger, misterioso experimento adorado por los amantes de la física cuántica en el que el sufrido gato puede estar muerto o vivo al mismo tiempo.
Y es que pasan los días y las noches y nadie da en el clavo del misterio de la Infanta Inmobiliaria y sus tribulaciones en el Registro de la Propiedad. Que a estas alturas de la película Instituto NOOS (sin ánimo de lucro, por supuesto) la infanta no se halle procesada, es cosa de pura magia o encanterio que maravilla a propios y extraños, mayormente a los jurídicos con seso. Y que, «interrogada» la base de datos de la Agencia Tributaria, primero diga que vendió 13 o 14 propiedades y luego que de eso nada, que no vendió, ya es cosa de puro milagro, o de bugs en el código relacional SQL de la base de datos del Ministerio de Hacienda que maravillarían a informáticos y programadores. Misterio en el Ministerio, y más misterio, podría ser el título de otra película, (o Chapuza chapucera de mendrugos, que tampoco quedaría mal). El personal anda confuso en tascas y baretos y las explicaciones apuntan ya directamente a eso, a lo de la físcia cuántica, a lo que es y al tiempo no es, al gato de Schrödinger, felino que, como digo, podía estar vivo y muerto al mismo tiempo; a la posible existencia de la cosa como onda o como partícula, como los fotones que intrigaban a Einstein.
La infanta pudo vender, cierto, pero, puestos a pensar (y a justificar), también pudo no haberlo hecho, cierto igualmente. Tertulianos y políticos lameculos de La Corona, -tontos o que se lo hacen-, ignoran lo que todo el mundo sabe, -y más los notarios y registradores de la propiedad-, que en las transmisiones registrales rige el principio de tracto sucesivo en la titularidad, bastando con seguir la pista y la historia registral de la finca vendida/no vendida para descubrir el misterio. Todo el mundo sabe también, que los datos de los propietarios los obtiene la Agencia Tributaria directamente de la liquidación del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados que se produce cuando se efectúa una compraventa, identificándose al titular registral que vende y al que compra. Basta con teclear el DNI, y no hay posibilidad de error, y mucho menos de 13 errores. La única solución al misterio es pues recurrir al gato cuántico de Schrödinger. El problema es que del gato nunca se podrá obtener una nota simple informativa, ya que, mal que le pese a Montoro, el gatuno no tiene el DNI nº 14..
La explicación más plausible, pues, la diga Montoro balbuceando, Agamenón cantando saetas o su porquero, -y la oculten o no los políticos y validos de El Sistema-, es que algún audaz iluminado (*) intentó, ofuscado con lealtad perruna, ayudar a la pobre infanta inmobiliaria a «justificar» el origen de sus ingresos anómalos y pingües usando la “lógica” de la previa venta de su patrimonio, pero se pasó de frenada. El audaz Rasputín, puede que usando su poder en la cadena administrativa de la Agencia Tributaria, ordenó/sugirió/indicó que se fabricara el «informe ad hoc» de marras con el que querían chulear al Juez Castro: Bastaba con simular unas ventas y confiar en que nadie «caería» en la engañifa, -debió pensar el lumbreras-, pero la cosa resultaba tan burda y chapucera que los pensantes de la propia Casa Real (y mayormente el ínclito constitucionalista, padre de la patria y abogado de la infanta, el Roca i Junyent) llegaron a la conclusión tan evidente como inquietante de que la chapuza no sobreviviría a la inteligencia del Juez Castro, clamando entonces los realistas: pero qué ha hecho est@ burr@!!, quién coño se va a tragar eso!! Con eso nos pillan. Seguro!!.
A partir de ahí, nunca conoceremos las claves del misterio. La existencia de fincas, terrenos, acciones y dineros propiedad de la infanta inmobiliaria, habrá que fiarla, pues, a la magia probabilística del gato de Schrödinger, a la sufrida teoría cuántica del mundo de lo real pero sólo probable; a la del puede que tenga sus ahorrillos, pero puede que no.. Y el caso es que si la cuántica permite el entrelazamiento y la teletransportación de partículas, por qué no podría echarle una mano a la atribulada infanta, que es cosa más de andar por casa..
Pues eso. Dios bendiga el maravilloso suceso!!, sea todo en beneficio de la ciencia.. tal vez hasta llamen a declarar a Hawking para aclarar el la singularidad de la cosa o evento..
*AÑADIDO. La noticia confirma mi «intuición-deducción» al escribir el post: ahí está (clicar)
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