En la «Transición» que dicen, miles de progres cada domingo y fiestas de guardar recogíamos del kiosko el misal de «El País» para deglutir la doctrina de la iglesia izquierdosa y seguir siendo progres temerosos de dios y de sus santones de la inteligencia política oficial. Ay del que fuera sorprendido en un parque sin el misal debajo del brazo o no estuviera a la última en la doctrina emanada por los editorialistas de la catequesis que se nos hurtaba nuestra capacidad de pensar cada día en aras de la inteligencia política colectiva o de un objetivo arcano similar!!. Yo lo hice, desde luego, y comulgaba diariamentente, hasta el día aquel, víspera del referéndum sobre la OTAN, en que descubrí el juego de estos tipos en aquel infame y truculento editorial del misal que nos conminaba a entrar en el engendro aquel mata-personas-destruye-paises en prueba de nuestra madurez y ciudadanía. Y lo cual que desde entonces decidí que estos farsantes le tomaran el pelo a su prima y abominé de la prensa escrita al servicio de la cuenta de resultados de estos aprovechados, decidí que, siendo yo más izquierdoso y persona que feligrés y cotizante, les pagara los veinte duros o el euro su abuela. Y ahí que me puse a pensar en la actitud, negocios, actividad e intereses del grupo Prisa y de esta mafia que lo gobernaba; en su ayuno de ideología y hambre bulímica de dinero yendo a contracorriente de muchos amigos que ncesitaban cada día la certeza de la verdad revelada y me afeaban mi conducta descreída y el crimen de no comprar el misal. Y cierto es que han debido pasar bastantes años, mediantes Polanco, Estefanía, Cebrián, Ceberio y todos esos ganapanes y estaraperlistas de la inteligencia, para que muchos catequistas hayan venido a descubrir el fraude, porque ahora, aparece la superchería en toda su dimensión: El País despide con EREs o sin eres a decenas de empleados a los que podría mantener el sueldo y el sustento a sus familias con sólo suprimir la nómina de este farsante, quien dice que con los despidos se trata de conseguir el «objetivo de ahorrar» catorce millones de euros; ni más ni menos que lo que se apalanca el susodicho cada año..
(infografía de revista mongolia) (731)
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