En 2006 visité Venezuela y asistí a su proceso electoral de las presidenciales. Viajé por Caracas y Maracay, principalmente, y conocí la situación política, que asemejaba, en cuanto a partidos, grupos, grupúsculos y fervor militante y salvando las distancias, a la de la transición española. Una sociedad compleja, con estratificación social casi necrosada donde sólo hay los muy ricos o los muy pobres. En la misma Caracas, en sus barriadas y hasta en el metro, se pueden ver las dos arquitecturas urbanas, la de la pobreza y la de la opulencia. Chacao, Chacaíto y Miranda, con sus chalets fortificados, frente a los ranchos de lata por fuera y por dentro de madera (Daniel Viglietti), chabolas, de Petare, Los Cerros, Aeropuerto.. En aquellas elecciones, Hugo Chávez con su Polo Patriotico se llevó el 62,84% y Manuel Rosales con su Unidad Nacional el 36,90%, ello en un proceso electoral visado por la Unión Europea, la Comisión Carter y otros organismos internacionales que concluyeron en la existencia de un proceso electoral limpio y transparente (voto electrónico y control manual cruzado con máquinas de registro importadas) como pocos en el mundo o, por mejor decir, el más transparente y democrático junto con el canadiense. En Petare, me encontré al mismísimo Carlos Iturgaiz fiscalizando las mesas electorales, resultándome curioso este papel de fiscal demócrata del PP vasco delegado de la UE en quien votó en alguna ocasión con el pie en España o permitió que otro compañero votara en su nombre en su ausencia. Andaba el hombre muy serio y digno revisando distritos y mesas electorales con su chaleco UE, acompañado por otros dos europarlamentarios.
El fenómeno Chávez viene sorprendidendo desde hace 15 años (en 1998 fué elegido presidente por primera vez) y tiene bloqueada a la intelligentsia del sistema democrático occidental, que no atina a explicarse cómo gana una elección tras otra, y ya creo que son 11 o así. Una recurrente campaña mundial de prensa contra el mismo, unas celebraciones anticipadas de sus derrotas que nunca llegan y, por último, el cáncer que -decían- sin duda lo tumbaría, y otras admoniciones desastrosas, pero siempre el mismo resultado. Sólo les falta recurrir al vudú, porque todo lo demás ya lo han intentado, incluído el golpe de estado que la comunidad internacional, básicamente la falsimédica (véase el vomitivo editorial de El País de la época), vino a saludar de forma entusiasta aquel 12 de abril del 2002.
Yo comencé a atisbar la «explicación» aquel día que visité los Cerros: Un tremendo hacinamiento de chabolas, donde nunca habían visto un médico, sin agua potable, ni saneamiento, ni asfalto, ni luz, sin servicios, con techos de hojalata.. Y ahora Chávez les estaba entregando materiales de construcción, luz, agua, subsidios y les mandaba a los médicos cubanos a los barrios y a las chabolas.. Ahora la gente comenzaba a hacerse sus casas en cooperativas de trabajo, visitaban al médico, tenían luz y se morían menos.. A partir de ahí comprendí por qué en el salón de las casuchas coincidían, con lamparillas debajo, la Virgen del Valle o Nuestra Señora de Coromoto con el póster de Chávez. Era la misma devoción; en la tierra a Chávez y en la otra vida a la divinidad.
Aclaro que me siento incómodo con el caudillismo de Chávez, por muy democrático que sea, o con su simplicidad discursiva, -lo de los 8 millones de votos por el buche o la referencia a los escuálidos-, o cuando canta esos corridos horribles en la plaza de toros jaleado por 30 mil mujeres bolivarianas rojo rojito, o cuando canturrea lo de la batalla de Santa Inés, o, en fin, cuando invoca en su favor la protección de Jesucristo, como hizo la noche aquella del 2006 en que salió al balcón de Miraflores a celebrar su victoria, pero el caso es que de los 27 millones de venezolanos la inmensa mayoría vive mejor con él que con sus antecesores y, según parece y dicen las encuestas, que con sus aspirantes a sucesores.. Y es esa mayoría, de entre el 55 y el 70% del censo electoral, quien le vota, la que sale de los pobres y necesitados, de ese 80% de la población, son esos millones de venezolanos quienes le apoyan; justamente los mismos que desoyen los cantos de sirena de los falsimedio y de las campañas mediáticas de las «democracias occidentales»; justamente los mismos que aquel 14 de abril del 2002 bajaron a miles desde la periferia de Caracas, desde los cerros, para salvar y restituir a su presidente desoyendo el editorial de El País y otras proclamas «democráticas» que estaban apoyando el golpe de estado..
Acaso la «explicación» del fenómeno Chávez haya que buscarla en los datos de la siguiente infografía que publica The Guardian sobre la evolución de Venezuela de 1999 a 2011:
El paro bajó del 14,5 al 7,6%, la moratalidad infantil del 20 al 13%, la extrema pobreza del 23,4 al 8,5%; las exportaciones de petróleo crecieron de 14,4 a 60 millones de barriles..
Por eso, mientras en Venezuela voten los venezolanos y no los falsimedio occidentales, parece misión imposible tumbar a Chávez..
* AÑADIDO DE ULTIMA HORA. Después de escribir el post me llega este documentado e ilustrativo artículo de Jean-Luc Mélenchon e Ignacio Ramonet. Así que recomiendo su lectura a quien quiera saber más sobre la realidad y eludir la campaña de manipulación mediática contra Chávez y Venezuela.
(1218)
Suscribo tus palabras, y no lo veo perseguidor de sueños, son realidades. Y también suscribo esa parte caudillista de Chávez y esa fiebre religiosa que nunca entendí.
Genial. Este si lo reenvio a
algunos que yo me se…