Así lo dice en un reciente artículo H. Jay Melosh, profesor de Ciencias Planetarias de la Universidad de Arizona, gurú reconocido sobre impactos de meteoritos contra la Tierra y defensor de la teoría según la cual éstos originaron la vida de las especies en nuestro mundo, tesis llamada “extraterrestre” o “panspermia” en la que los primeros elementos orgánicos y los organismos primitivos surgieron en otro lugar del espacio. Esta idea refiere que hay organismos elementales en el espacio viajando por él montados cómodamente en meteoritos y cometas, y que de forma errática se posan en los planetas para dar origen a la vida con sus pros y sus contras. La tesis opuesta es la llamada de “abiogénesis” y postula el surgimiento de la vida en la tierra como hecho autónomo, excepcional y hasta único, ya te digo.
La tierra de nuestros abuelos
Personalmente creo que en Marte hay, o por lo menos hubo, vida alguna vez, seguro. Al fin y al cabo su historia geológica, según dicen los que saben, es similar a la de Tierra, con mares y océanos incluidos. Resulta poco humilde suponer que existiendo en nuestra galaxia millones de estrellas y siendo ésta una más entre otras miles de millones con sus respectivos miles de millones de bolas de hidrógeno y helio metabolizado, o sea, estrellas, entre esos trillones de planetas sólo en este nuestro caprichosamente haya comenzado a funcionar la vida como la conocemos, con sus quebraderos de cabeza; y no digamos si hablamos de otros sistemas de vida con base diferente al carbono, tal que el silicio, por ejemplo, e incluso de otros elementos químicos que aun se ocultan a nuestro conocimiento, en mantillas al igual que el de las partículas subatómicas.
Al margen de la cuestión teórico-científica de esta idea bio-marciana, cuyas derivaciones y datos concretos se me escapan por lerdo en el asunto, tiene interés saber cómo pudo evolucionar la vida, tanto en Marte como en otros posibles planetas, si la hubo; su nacimiento, evolución y extinción, en su caso, y no digamos la historia de su “civilización”, si existió o existe en estos otros mundos; conocer, por ejemplo, su organización social, sus bases de datos de conocimientos, sus dioses y creencias, sus filosofías y hasta su manera de especular y de perder el tiempo..
Pdta: El tema me resulta apasionante y me hubiera gustado comentarlo con la malograda Celia Hart, una brillante científica, física teórica y revolucionaria social, a la que sólo conocí epistolarmente por correo elctrónico pero cuya visión del mundo y del universo me dejó fascinado. Lástima que ya no estés aquí, Celia..
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