Sin quitar ni poner, transcribo este post sobre la «fiesta nacional». Se dice que el sapiens cognoscitivo se puso en marcha hace 70 mil años y que hace 10 mil eclosionaron las primeras civilizaciones. Sin embargo, aun quedan neardentales en estado puro en este alucinado país, marca España. Unos por la codicia del negocio (criadores, organizadores, toreros y allegados) y otros por puro barbarismo atávico, por la psicopatía perversa del espectáculo de sangre y muerte de otro ser vivo. La misma chusma que en la historia medieval asistía con regocijo a las ejecuciones públicas, lapidaciones, linchamientos y guillotinas, desde hace años se las da de culturalizado club de entendidos, intelectuales, degustadores del arte de la «suerte», los tercios, la enciclopedía de Cossío, las varas, las banderillas y el rejón y demás iconografía mostrenca del matarife. Ni más ni menos, hacen «arte» de la tortura, sufrimiento y muerte de otro ser vivo, construyendo para exculpar su impresentable pulsión homicida digna de psiquiatra, una retórica ampulosa de la tradición, la fiesta y todo eso en un discurso burdo para gilipollas que produce tanta vergüenza ajena que ni siquiera se le ocurriría al mismísimo Aníbal Lecter en estado de mono.
A los 16 años, después de muchas tardes de ver toros en blanco y negro en la tele, un día fui a Valencia con dos amigos a ver una corrida en vivo y descubrí un horror aberrante que ni había imaginado ni salía en la tele: vi como un pobre animal, rodeado por unos miles de energúmenos que chillaban y aplaudían enloquecidos, era acuchillado, pinchado y sajado sin piedad en la piel, vísceras y entrañas por una pandilla de carniceros enloquecidos que iban vestidos con trajes ridículos y trotaban y andaban con chulería en una fiesta bufa al ritmo de pasodobles y palmas. Descubrí unos aterradores y suplicantes alaridos del animal que me rompieron el alma y la sangre en líquido y rojo que chapoteaba en la arena y que nunca había adivinado en la tele de planos largos y sonido editado. Descubrí tanta locura en las gradas y tanto espasmo y dolor en la arena que comencé a vomitar, sintiéndome desde entonces avergonzado de formar parte de la especie sapiens cada vez que veo esta Marca España…
Pues el post que transcribo y cito con agradecimiento explica eso; el cómo se manipula la «fiesta» por los mas mierda patrios para disimular la tortura y la muerte, para que la gente normal no vea que la cosa es una simple orgía del horror celebrada con música y pasodoble e institucionalizada como «Fiesta Nacional»…
Jose Sepúlveda Sepul | Anonymous Defensa Animal España | 23/08/2015
Como en muchas situaciones en la vida, hay que estar en un lado o en el otro.
Últimamente, el debate de “corridas de toros sí o no” está a la orden del día y tengo bien claro que me decanto totalmente por el NO y aquí os dejo una respuesta que ya di en su día a un artículo que hablaba sobre el tema y que ya he compartido con varios amigos, en sus muros de Facebook:
En mi caso, que me ha tocado llevar el sonido en alguna retransmisión, siempre he comentado que, si en lugar de la mezcla de sonido de la banda de música, aplausos, bravos, olessss y demás… el sonido fuera el que capta el Sennheiser 816 (micrófono que capta a gran distancia y buena calidad) a pie de ruedo, donde se escucha perfectamente el sonido de la banderillas al entrar en la piel, los mugidos de dolor que da el animal a cada tortura a la que se somete… y además lo acompañáramos de primeros planos de las heridas que lleva, de los coágulos como la palma de una mano, de la sangre que le brota acompasada al latir del corazón o la mirada que pone en animal antes de que le den la estocada final, creo que el 90% apagaría el televisor al presenciar semejante carnicería a ritmo de pasodoble.
Yo, personalmente pedí el dejar de hacer ese tipo de trabajo, precisamente un día que en Castellón me tocó estar en el callejón y me cabreé mucho al escuchar a un toro, al cual el torero falló cuatro veces con el estoque y harto de escuchar al pobre animal me quité los auriculares… No tuve bastante, que mientras agonizaba, escupía, se ahogaba en su sangre, se vino a morir justo pegado a mí, apoyado sobre las maderas mientras daba espasmos y su mirada ensangrentada y con lágrimas, sí lágrimas, sean o no sean de dolor, se cruzó con la mía y no nos la perdimos hasta que un inútil … falló dos veces con el descabello, al que le dije de todo.
Ahí acabó mi temporada torera de por vida.
Son sentimientos personales y lo mas probable es que a un amante de “la fiesta” le parezca ridículo, pero para mí, más ridículo es cuando después de semejante carnicería, giras la vista al público y los ves allí aplaudiendo, comiendo su bocata sin inmutarse, ni habiendo visto y oído lo que yo.
ADENDA: La «Becerrada» de Zarzalejo. Después de hacer el post, llega a mi correo información de esta otra modalidad de «fiesta» que con su particularidad local correspondiente se viene practicando en muchos pueblos. Aquí la salvajada, si ello era posible, es aún más cruel y criminal, ya que se trata de novillos jóvenes puestos a disposición de los usuales gamberros, borrachos y anormales de cada pueblo y colindantes con veleidades de «torero», que exhiben sus gracias y habilidades para disfrute del personal espectador torturando al animal a sus anchas; un horror impresentable que sobrecoge el alma de cualquier persona de bien, pero no la de estos descerebrados que no tienen ni lo uno ni lo otro, ni alma ni cerebro… (imágenes fuertes)
Becerradas de Zarzalejo (Madrid) from PACMA TV on Vimeo.
Más información de la noticia: http://www.europapress.es/madrid/noticia-pacma-exige-fin-becerradas-zarzalejo-crueldad-20150824143104.html
La información en la página de PACMA y el Informe Veterinario sobre el sufrimiento de los animales en esta tortura festiva… (956)
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