La pléyade de mangantes psicópatas que gobiernan el mundo mundial basan sus decisiones de guerra, declaradas o no, en la «invisibilidad» de la misma y nos la venden como un video juego a disfrutar desde el sofá. Presentador@s con semblante amable y campanudo nos hablan de guerra en Ucrania, Siria, Irak, Afganistan o Somalia trajead@s con el atrezzo servido por la producción televisiva, con impecables peinados y maquillaje y la iluminación adecuada en el plató. La guerra no va con nosotros, apenas es un entretenimiento de sobremesa, antes de la película añeja serie B o el programa top basura de la tarde que nos entretendrá hasta el partido televisado de las 8 o el próximo telediario…
Pero la guerra es algo real. Cuando sucede, el afectado no tiene luz en su casa, ni agua potable, ni alimentos, recibe heridas, a veces mortales, vive el espanto, el horror, sufre el terror de ver en peligro a su pareja, sus hijos o familiares, no puede comunicarse con sus familiares, amigos o conocidos porque las líneas telefónicas no funcionan, las carreteras entre los pueblos están cortadas, los puentes han desparecido…
Eso es la guerra, la que no vemos, la que ellos hacen por su purito del orgullo nacional patrio, la «Marca» Alemania, España o lo que sea, la del patriotismo de fronteras artificiales, aunque es la del petróleo, las materias primas, los pelotazos de las ganancias en el IBEX, la de los beneficios de la venta de armas o los negocios de contratistas en reconstruir las obras y estructuras civiles previamente destruidas…
Para justificar su inmoralidad atroz y ponerse en paz con su conciencia, se inventan y nos venden historias de alianzas, banderías, de buenos y malos, con gran indigencia mental al tomarnos por idiotas, fiando su éxito a la caja tonta. Como si los muertos «prorusos» fueran de peor calidad que los «prokiev», como si los afectados palestinos fueran diferentes a los israelies, como si unos tuvieran carne, sangre y vísceras y los otros fueran de metacrilato…
Estos gobernantes guerreros nunca apuestan por el diálogo ni por la paz, porque ello no les rinde beneficios. Y por cierto, que a estos siempre les flojea el valor patrio y, para defender a «su» país o a sus artificios de alianzas, siempre mandan a otros; nunca van ellos a la guerra, ni mandan a sus hijos o familiares; mejor que vayan otros…
Y lo tremendo es que en una sociedad democrática, esto lo hacen en nuestro nombre y representación los mismos psicópatas que eructan y bostezan en los consejos de ministros con las panzas llenas por los sueldos que les pagamos y los cerebros gripados por tanta miseria moral…
El vídeo es de la guerra en Ucrania (ya 6 mil muertos entre militares y civiles, escondidos pudorosamente en su realidad en los telediarios), pero podría ser de cualquier otra región del mundo y el resultado sería el mismo: Usted no lo ve pero ellos se lo cuentan con sordina y sacando sus beneficios…
» Masters Of War». B. Dylan
Vengan señores de la guerra,
ustedes que construyen todas las armas,
ustedes que construyen los aviones de muerte,
ustedes que construyen las grandes bombas,
ustedes que se esconden detrás de paredes,
ustedes que se esconden detrás de escritorios,
sólo quiero que sepan
que puedo ver detrás de sus máscaras.
Ustedes que nunca hicieron nada
excepto construir para destruir,
ustedes juegan con mi mundo
como si fuera juguetito de ustedes,
ponen un arma en mi mano
y se esconden de mis ojos
y se dan vuelta y corren alejándose
cuando vuelan rápidas las balas
Como antes Judas,
mienten y engañan.
Una guerra mundial puede ganarse
(me quieren hacer creer)
pero veo a través de sus ojos,
y veo a través de sus cerebros,
como veo a través del agua
que corre por mi alcantarilla.
Ustedes ajustan los gatillos
para que otros disparen
y luego retroceden y observan.
Cuando el número de muertos asciende
se esconden en sus mansiones
mientras la sangre de los jóvenes
se escapa de sus cuerpos
y se entierra en el barro.
Ustedes arrojaron el peor miedo
que alguien pudo haber lanzado:
el miedo a traer niños
al mundo
por amenazar a mi bebé
aún no nacido ni nombrado
no merecen la sangre
que corre por sus venas.
¿Cuánto sé
como para hablar cuando no corresponde?
Ustedes podrían decir que soy joven,
podrían decir que no tengo educación,
pero hay una cosa que sé,
pese a ser más joven que ustedes:
incluso Jesús nunca
olvidaría lo que ustedes hacen.
Déjenme preguntarles una cosa:
¿el dinero que tienen es tan bueno
como para comprarles el perdón?
¿Piensan que tendría ese poder?
Creo que encontrarán
cuando les llegue la hora de la muerte
que todo el dinero que hicieron
nunca servirá para recuperar sus almas.
Y espero que mueran
y que la muerte les llegue pronto;
yo seguiré sus ataúdes
en la pálida tarde,
y observaré mientras los bajan
hasta su lecho último,
y me quedaré parado frente a sus tumbas
hasta asegurarme que estén muertos. (1484)
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