Una cámara montada sobre un dron recorre el paisaje de las «hazañas» de estos guerreros, filmando los paisajes del horror.
Al menos 2.100 palestinos y 73 israelíes (66 soldados y 7 civiles) murieron entre el 8 de julio y el 27 de agosto. Parte de la zona urbana de Gaza quedó como muestran las imágenes.
Desde la comodidad de nuestro mullido sofá, difícil imaginar que nos derrumban la casa, que nos quedamos sin agua ni luz ni teléfono ni alimentos, que nos matan a nuestro hijo al lado de nosotros y ni siquiera podemos llevarlo a un hospital. Simplemente deglutimos embobados las memeces cuatro indigentes mentales metidos a tertulianos que compiten en su mundo irreal de la alta política, de la geoestrategia, en la que dicen ser expertos. Pero el mundo real es otra cosa; es, por ejemplo, la pesadilla palestina que estos genocidas nos ocultan.
Ni en las más sanguinarias guerras bíblicas los carniceros y bárbaros guerreros consiguieron resultados tan eficientes. Ahora el «pueblo de dios», conjugando su ideología de único dios (el mío) único pueblo (el mío) con lo que aprendieron de los nazis en carne propia, como buenos alumnos, van un paso más allá para asombrar al mundo con la barbarie inaudita de la que son capaces; escuelas, niños, edificios, civiles, robo de tierras, guetho, apartheid…; es la política de la conquista, del saqueo y el robo, de la tierra quemada, validada por un puñado de coautores-cómplices jerifaltes de los estados «occidentales» y por periódicos, teles y miserables estrellas del glamourosso Hollywood que, a nómina de la cultura de empresas, banqueros y lobbies judíos del mundo mundial, ríen las gracias a estos bárbaros genocidas campeones del crimen.
Si existiera o existiese, bueno sería que el tal dios diera una señal saliendo en hora de telediario prime time para maldecir esta basura de la historia, a estos orates sanguinarios que dicen ser sus hijos…
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