Comienza la fiesta. La impudicia del esperpento electoral, ya hasta violan gatos…

Comienza la fiesta. La impudicia del esperpento electoral, ya hasta violan gatos…

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La inmensa mayoría de candidatos, sean estatales, autonómicos o locales, – sobre todo los ya profesionalizados en la cosa e instalados en la poltrona, y dejando al margen admirables excepciones -, sienten auténtica repungnancia a cualquier ideología y aún más a cualquier proyecto de mejora social o vecinal que no sea su propio estatus como político de nómina y a poder ser con seguridad social, máxime si no lleva pareja mordida o comisión para su bolsillo. Días antes de la campaña inminente, desde las grandes ciudades hasta las minúsculas pedanías son levantadas en sus asfaltos por enésima vez para instalar alguna fibra óptica, cable, o desagüe que se les olvidó instalar en la anterior campaña. Publican boletines municipales con ilustraciones a todo color, inauguran y requeteinauguran. Aparecen enormes carteles institucionales de metacrilato o papel couché de a mil euros la pieza anunciándonos lo mucho que hicieron por el vecino, por si el vecino no se ha dado cuenta, y lo mucho más que harán si les dejamos. El objetivo es el voto, y frente a él decae el sentido del ridículo. Desde hace unos meses, por una extraña casualidad un montón de calles de los pueblos por los que me muevo están levantadas; Oliva, Gandia, Bellreguard, como tras invasión alienígena de película catastrofista, se hallan invadidas por vallas, señales de obras y tipos con casco armados con compresores que parecen anunciar el fin del mundo mediante atascos de tráfico como trailer. Es el feliz redescubrimiento teórico del Keynes post 29, ahora en modalidad obra pública caciquil electoral, poniendo bordillos, haciendo aceras y levantando trapas, acaso regadas con alguna jugosa comisión del contratista que hace el negocio redondo.

En su obsesión por el voto y en cacería salvaje del ciudadano indeciso ante la avalancha de propuestas y ocurrencias, los candidatos bien serían capaces de violar un gato o comerse quince docenas de huevos en tortilla de calabacín para ser trending topic en la red o chascarrillo en la barbería. Cualquier exceso que resulte mediático y popular sirve para galvanizar a los votantes: – Es limitado en inteligencia y proyectos, pero mi candidato se apuntó el otro día a la cursa de la dona. -Pues el mío, oye, se puso el bañador y se tiró del trampolín y le salía algo por el camalet… – Pues para popular y campechano el mío, que montó en una de trial y se subió a un contenedor…

Otros candidatos, si ya parten como alcaldes o concejales ejercientes, montan ferias o eventos de dudosa utilidad, invaden el espacio urbano y amargan la vida a residentes y paseantes, pero inauguran cosas y cortan cintas…

Todo un espectáculo para paseantes y votantes ociosos, acaso un poco impúdico por lo sobreactuado y ridículo y que a veces produce resultados cirquenses…

(No es Jordi Tarrés quien se presenta a la alcaldía de Gandia…)

(Antes de que alguien me lo recuerde y retraiga, aclaro que yo tb participé en el aquelarre en 1999, aunque creo que no llegué a esos extremos. Admitido está.)

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joanmarti
Escriito por joanmarti

Abogado de profesión; juntaletras revoltoso de afición y aflicción, diletante del pensamiento embebido en la relatividad y la cuántica... No hay más.

1 Respuesta a los comentarios

  1. Avatar
    mayo 05, 2015

    Chupy lo de Torró dándose el trastazo. Igual hasta aparece en las conversaciones con Rus que es su padre político. Dios los cría y ellos se juntan.

    Responder

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